miércoles, 4 de diciembre de 2013

Trastornos del espectro autista.

El término autismo proviene del griego y su significado es "encerrado en uno mismo". Leo Kanner nos describió su sintomatología básica:
  1. Incapacidad o grave dificultad para relacionarse normalmente con los demás.
  2. Importantes alteraciones del lenguaje.
  3. Aversión a los cambios, que pueden producirle gran ansiedad.
El autismo se enmarca según la clasificación DSM IV en los Trastornos Generalizados del Desarrollo, caracterizándose por un retraso o funcionamiento anormal en al menos una de las siguientes áreas (aparece antes de los 3 años de edad): 

-interacción social
-lenguaje utilizado en la comunicación social
-juego simbólico o imaginativo. 
En los TGD se ubican también otros trastornos como: el Trastorno de Rett, el Trastorno desintegrativo infantil, el Trastorno de Asperger y el Trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
Lorna Wing (1979) utilizó término Trastorno de Espectro Autista, planteando lo que se conoce como "triada de Wing": trastorno de reciprocidad social, trastorno de comunicación verbal y no verbal y ausencia de capacidad simbólica y conducta imaginativa; a los que posteriormente añadió, los patrones repetitivos de actividad e intereses. 
En 1.997 el profesor Rivière desarrolló el I.D.E.A. (Inventario de Espectro Autista) donde a través de 12 dimensiones alteradas en estas personas, con 4 niveles de afectación en cada una de ellas, se representa todo el espectro. Estas dimensiones se agrupan de tres en tres, formando cuatro bloques que se corresponden con los cuatro apartados de Lorna Wing.



Esta sintomatología básica puede ir acompañada de otros síntomas o trastornos:
  • Deficiencia mental
  • Hiperactividad (infancia) o Hipoactividad (adolescencia y edad adulta)
  • Baja tolerancia a la frustración
  • Autoagresividad
  • Alteraciones del sueño
  • Dificultades motoras
  • Crisis epilépticas
Pero, la naturaleza y la expresión de las alteraciones dependen además de otros factores, como:
  1. la asociación o no con retraso mental
  2. la gravedad del trastorno
  3. la edad
  4. la adecuación y eficiencia de los tratamientos utilizados y de las experiencias de aprendizaje
  5. el apoyo de la familia.
Por lo que podemos concluir que no hay dos personas con TEA que requieran un mismo proceso de rehabilitación, sino que este se deberá adaptar a las necesidades que plantee cada uno de los casos. 

Debemos conocer sus necesidades y respetar su idiosincrasia, apoyándoles con los recursos tecnológicos necesarios favoreciendo su desarrollo personal y autonomía.

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